miércoles, junio 14, 2006

ETAPA-8: ESCALONA-SENEGÜÉ

Cañón de Añisclo


Cañón de Añisclo

Puerta de entrada al Parque Natural del Valle de Añisclo

Vista atrás al Valle de Añisclo

Collado de Añisclo

Ascensión a Peña Oturia

Peña Oturia

Camino de Senegüé

SÁBADO, 4 DE JUNIO DE 2.005

FICHA TÉCNICA

Distancia: 93 kms
Desnivel acumulado positivo: 2.024 m
Desnivel acumulado negativo: 2.775 m
Cota máxima: 1.950 m
Cota mínima: 568 m
Tiempo de bicicleta: 7 h 15 min
Velocidad media: 12,83 km/h

DESCRIPCIÓN

Salimos de Escalona por carretera hacia el cañón de Añisclo y nos adentramos en las profundas paredes verticales de su barranco hasta llegar a la entrada del Parque Nacional. Al ir por carretera, podremos disfrutar con tranquilidad de este indómito paisaje. Nos acercamos al valle de Ordesa y del macizo de Monte Perdido. Dejamos Nerín y seguimos subiendo hasta coronar el Collado de Fanlo y en un rápido descenso nos presentamos en Sarvisé.
En la segunda parte de la etapa pasamos del valle del río Ara al valle del río Galligo. Desde Fiscal, tendremos que superar un ascenso de 30 kilómetros para coronar Peña Oturia y disfrutar de unas magníficas vistas del Pirineo Central.
En nuestro recorrido hacia Oturia dejamos atrás los pueblos deshabitados de Bergua y Sasa. Pasaremos cerca de la Ermita de Santa Orosia en el collado del mismo nombre para ascender los últimos kilómetros hasta el punto culminante del día. El descenso hacia Senegüé es duro y difícil, pasando por el barranco de Oliván y Lárrede y, tras cruzar el destartalado y viejo puente sobre el río Galligo, llegamos a Senegüé.

EN LA BICICLETA
Exceptuando el paso por el Cañón de Añisclo y las fantásticas vistas desde la Peña Oturia, el resto de la etapa ha sido de transición pre-pirenaica sin grandes alardes paisajísticos.
El barranco de Añisclo me ha dejado maravillado y he disfrutado enormemente a su paso. Las grandes paredes verticales parecen cerrarse sobre mi cabeza y se interrumpe la recepción de satélites del GPS. Hasta Senegúé todo transcurre con normalidad, con una subida moderada hasta el Collado de Fanlo, desde donde inicio un rápido descenso hasta Senegüé y de ahí a Fiscal.
Por el camping de la localidad, donde están abriendo nuevos caminos por la construcción de urbanizaciones, subo en sentido contrario al que he venido por el margen contrario del río Ara, comenzando el ascenso largo, de 30 kilómetros, hacia Peña Oturia. Esta parte de la ruta es un auténtico secarral y la sequía ha hecho que un par de fuentes que tenía marcadas en el libro de ruta estén secas, así que tengo que racionarme el agua al máximo ya que no encontraré otra fuente hasta el Collado de Orosia. A mitad de la subida, de forma providencial, me encuentro a un grupo numeroso de ciclistas que bajan a Fiscal a tomar una paella (rectifico, posteriormente me ha dicho uno de ellos que fueron judías y de las buenas), como ellos mismos me comentan. Les pregunto por alguna fuente cercana que no figure en mi rutómetro y me confirman que no hay ninguna hasta la ermita. Como les quedan pocos kilómetros y todo el tramo es de bajada, me ofrecen generosamente trasvasarme agua de sus bidones a los míos. Me viene de maravilla porque, además de estar fresquita, no tendré que dosificarla a cuenta gotas y podré hidratarme suficientemente. Les pregunto sobre su actividad por la zona y no están conformados como club sino que se juntan unos cuantos amiguetes y hacen salidas de fin de semana por la zona. Después de encontrarme a dos ciclistas en el Coll de La Gralla, son los únicos que me he cruzado en toda la travesía. Me ha dado mucha alegría el encuentro y se agradece el trato amistoso que entablamos a pesar de no conocernos de nada.
En una fuentecita y abrevadero, antes de flanquear Oturia, bebo agua hasta hartarme y me como un bocadillo para recuperar, pues el libro de ruta me avisa de un descenso divertido “pero duro”. En el alto contemplo maravillado las cumbres de la Peña Montañesa (de donde vengo) y del Cotiella y los macizos de la Peña Telera y la Foratata. Busco el cañón de Ordesa buscando Las Tres Sorores y Monte Perdido, pero las nubes se han instalado en su cima.
Inicio el descenso por una pista herbosa destrozada por el paso continuo de ganado y no me divierto en absoluto como rezaba en el libro, sino todo lo contrario. Si tuviera que elegir el descenso más duro de toda la travesía, sin dudarlo diría Oturia. Ha sido un verdadero infierno y he terminado con todo el cuerpo dolorido como si me hubiesen pegado una paliza. Como consecuencia de estos pedregales la bicicleta ha sufrido las averías más importantes y eso que he hecho todo lo posible por conservar la mecánica. Podría haber hecho tramos andando, pero habría llegado a mi destino al anochecer.
Otra rotura de cadena y dos radios rotos, además de un pinchazo. Con la rueda trasera hecha un ocho, cruzo el tambaleante puente de madera sobre el río Galligo y llego a Senegüé.
Aunque estaba muy cansado y lo único que me apetecía era tumbarme en una cama, lo primero que hago es arreglar todo lo que puedo de la pobre bicicleta (ya le doy tratamiento humano; ¿estaré enloqueciendo?). Problemas, sin extractor de piñones no hay forma humana de cambiar los radios y eso que llevo seis de ellos de repuesto. Voy a echar mano de eslabones de cadena y ya no me quedan. Menos mal que el casero de mi casa rural me ofrece la cadena de la bicicleta de su chico y puedo coger un buen trozo. De todas formas, lo de la cadena ya me tiene bastante mosqueado porque llevo tres roturas en cuatro días y eso no es normal ya que procuro siempre llevar la cadena sin cruzar y hago los cambios muy suavemente. Lo de la cadena tiene solución, pero lo de los radios me tiene en ascuas. Es sábado, bien entrada la tarde y la tienda más cercana de bicicletas está en Sabiñánigo, demasiado lejos. Mañana estará todo cerrado y ¡¡voy a tener que quedarme parado hasta el lunes!!.
En mi desesperación, no sé por qué, llamo al teléfono de una tienda de bicicletas en Villanúa, localidad que me pilla cerca del recorrido de mañana. Mi sorpresa es cuando, pasados 3 ó 4 tonos, me contesta el propietario. Le explico mi contratiempo y me dice que abre mañana a las 9 de la mañana. Casi me da un vuelco el corazón. Le pregunto que cómo abre también los domingos y me explica que es una tienda de deporte en la que alquilan equipos para barranquismo y es un deporte muy practicado en el lugar y al que acude un buen número de turistas. “A las 9 estoy allí”, le afirmo tajantemente y después de colgar, suspiro profundamente. Me siento aliviado y ya se me ha olvidado la paliza de la jornada de hoy. Después de la limpieza diaria, salgo a pasear y me dirijo a un hotel en la carretera de Sabiñánigo, que es el único sitio para comer. Una buena cena energética a base de pasta y salmón y hago una sobremesa larga estudiando el planning de mañana y el desvío que tendré que hacer hasta Villanúa. Parece que no será mucho, 8 kilómetros, pero 4 de ellos son de subida. Da igual, como si son 20, el caso es poner los radios, centrar la rueda y seguir con la travesía.

ALOJAMIENTO

Casa Rural El Pajar
Tf: 974 480273
Precio: 20 euros (sólo alojamiento)
Casa con jardín confortable aunque la habitación es un poco pequeña. Trato muy cordial. Pone a mi disposición una bicicleta para que coja la cadena.

INCIDENCIAS

Tercera rotura de cadena
Pinchazo
2 radios rotos de la rueda trasera

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola betetero soy uno de los que te encontraste cuando realizabas la ascension al pico de oturia. me he alegrado el que nos anotes en tu cuaderno de ruta. referente a la comida no era una paella sino unas judias que hacen que estas que te cagas.un saludo desde sabiñanigo. un betetero amigo